viernes, 10 de agosto de 2007

LITERATURA EN EL VALLE. DEBATE. No. 2

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"LITERATURA EN EL VALLE". DEBATE. No. 2
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CONTENIDO
1.- El licenciado contra el blogguer. Texto de Julio César Londoño en PALIMSESTO su nuevo blog literario en EL PAIS. Agosto 8, 2007
2.- NO EXISTE LA LITERATURA VALLECAUCANA. Por Harold Alvarado Tenorio. Ag. 10/07
3.- Otros textos y comentarios.
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Palimsesto
El blog literario
(En la web http://www.elpais.com.co/paisonline/ de EL PAIS de Cali*.)
El licenciado contra el blogguer
Por Julio César Londoño
Actualizado en 2007-08-09 00:31:59
http://www.elpais.com.co/blogs/principal/blog1.php?b=11&n=71


Hace unos días publiqué en Gaceta un artículo sobre la literatura del Valle del Cauca titulado Una literatura en tono menor. Estaba formado por un ensayo (1) general sobre el tema y cinco recuadros sobre algunos de los autores más famosos de nuestras letras: Jorge Isaacs, José Eustaquio Palacios (2) , Enrique Buenaventura, Jotamario Arbeláez, Horacio Benavides y Harold Alvarado Tenorio.
Al final del ensayo estampé una afirmación que desató la ira del licenciado Fabio Martínez, profesor de la Universidad del Valle. Aunque no era una gran primicia, al profesor lo ofendió en el alma que yo repitiera una vieja verdad: que nuestra literatura es inferior a la antioqueña y a la bogotana, y escribió un airado artículo en la Gaceta del domingo pasado. El caso está adquiriendo proporciones de tormenta tropical y varios intelectuales, entre los que se cuentan Jotamario, Gardeazábal y NTC , un blog cultural a cargo de Gabriel Ruiz, se han pronunciado.
Aunque yo hubiera preferido una crítica con más altura que la exhibida en el artículo del licenciado Martínez, tengo que reconocer que es todo un avance ser criticado en un país donde los libros y los artículos se publican sin pena ni gloria, es decir, sin recibir el escarnio de las rechiflas ni las caricias de los claros clarines.
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* http://www.elpais.com.co/historico/ago092007/VIVIR/even01.html Aquí EL PAIS anuncia su nueva presentacion y los blogs.
NoTiCas de NTC ... :
(1) En este link no aparecen los recuadros. En
NTC … 270 se publicaron y se reproducen en DEBATE No. 1- Iniciación de este blog. (2) Este escritor no aparece en la versión impresa de GACETA.
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2.- NO EXISTE LA LITERATURA VALLECAUCANA
Por Harold Alvarado Tenorio . arquitrave.1@gmail.com
Bogotá, Agosto 10, 2.007. Agradecemos al autor el envío del texto.


Hace unas semanas, uno de los escritores más sagaces e inteligentes que conozco, quien vive, como merecen los sabios, alejado de las grandes ciudades y decidió, desde hace muchos de sus ya cortos años, recluirse en la casa de un pueblo para leer y escribir, -- hablo por supuesto del narrador y cronista Julio César Londoño --, natural de Palmira, aldea de gente chismosa por causa de la porfiada continuidad del bocio en sus gargantas, decidió publicar en un periódico local [Gaceta El País, Cali, No 867 de julio 1 de 2007, Ver: DEBATE No. 1- Iniciación ] un resumen [ "Literatura en tono menor" ] que había preparado para una enciclopedia provincial y que fuera rechazado quizás porque no gritaba a voz en cuello que los naturales de allí fuesen los mejores escritores del mundo y entre líneas indicaba que esa literatura era muy pobre, comparada, por no dejar, con la producida en las originarias regiones de los Estados Unidos de Colombia o durante la Colonización Antioqueña, la República Liberal o el Frente Nacional. El artículo, que no otra cosa es, tiene apenas 9000 caracteres para revisar, así sea de paso, más de ciento cincuenta años de literatura, pero tampoco excusa a su autor de ciertas perversidades y guiños malévolos al hacer el balance de su literatura territorial. Según Londoño, en todos esos años sólo merecen mencionarse unos 16 autores

[ Alejandro López, Andrés Caicedo, Antonio Llanos, Carlos Villafañe, Enrique Buenaventura, Eustaquio Palacios, Harold Alvarado Tenorio, Hernando Urriago, Hoover Delgado, Horacio Benavides, Jorge Isaacs, Jotamario Arbeláez, Néstor Fabián Ruiz, Octavio Gamboa, Pepe Zuleta y Ricardo Nieto ], todos testiculados, y ninguna fémina o ninguno otro varón o ser que aparente serlo.

Y es por esta perfidia que el Profesor de La Sorbona local, Fabio Martínez, decidió, al no verse mencionado, ni a sí mismo ni a sus amigos y benefactores en la reducida lista de Londoño, darle una pela (Ver: DEBATE No. 1- Iniciación ) que por poco deja en paños menores a Julio César. Según Martínez, Londoño no tiene derecho a despachar en seis párrafos una literatura tan dilatada en el tiempo como la vallecaucana. Ni en aras de la brevedad, decir tantos exabruptos, como que esa literatura comienza y termina con Jorge Isaacs, que las literaturas antioqueña y bogotana son superiores a aquella, que el talento literario vallecaucano por kilometro cuadrado es poco, que en cuanto a densidad poética, el Valle registra baja frente al resto del país, es decir “que para usted del río la Vieja hasta el río Desbaratado la literatura es mala, pero de allí para arriba o más abajo, sí vale." Y entonces deja caer su lista de autores

[ Alberto Dow, Alfredo Vanín, Arturo Alape, Carlos Arturo Truque, Carmiña Navia, Elvira Alejandra Quintero, Enrique Cabezas, Eugenio Barney, Fernando Cruz Kronfly, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Helcías Martán Góngora, Jotamario, Medardo Arias, Orienta Lozano, Óscar Collazos, Umberto Valverde ], otros 16.
Como puede notarse a esta altura de la comparecencia, cada cual tiene sus gustos y en materia de gustos no hay disgustos. Y me importaría un bledo si no fuese porque varios de mis amigos de la antigua Ciudad Rodríguez Orejuela me han conminado a opinar sobre el asunto.

Creo, para entrar en materia, que los dos se han equivocado de principio porque uno no puede creer que en nuestra lengua puedan darse las literaturas regionales o locales impunemente, como si se tratase de una cultura recientemente colonial o sin tradiciones. La literatura que se produce en esa región que los protagonistas llaman vallecaucana usa del español, lengua milenaria que hace ya más de cien años vive merced no a sus orígenes peninsulares sino al vigor que le hemos dado los americanos, del Caribe, del Sur y de Norte del continente y que hoy depende en exclusivo de nuestros destinos y vaivenes. La lengua y las literaturas que hoy hablamos y escribimos tienen mucho que ver con las lenguas y literaturas que usaron e inventaron tanto Borges, como Machado de Asis y Guimaraes Rosa, como García Márquez, Neruda y De Greiff, como los poetas catalanes Gil de Biedma y Barral o el valenciano Brines, el antioqueño Jaime Jaramillo Escobar o el nariñense Aurelio Arturo y casi nada con las pobrezas sintácticas y prosódicas de varios de los enumerados en las dos listas de los contrincantes., porque en el caso de Londoño casi todos son novísimos y poco daño o beneficio habrán podido hacer a la lengua hablada y menos escrita y en la del segundo hay autores homologables en contribuciones a los maestros, sin que, con la excepción de uno, de quien luego hablaré, pueda brillar con estrella propia.

Es provinciano y por ende anacrónico soñar y más creer que pueda existir una literatura a partir del mero lugar de donde uno vive y ejerce ciertos poderes. Ni Londoño ni Martinez tienen razón porque la Literatura Vallecaucana sólo existe en sus deseos, en su Whisful Thinking [ the formation of beliefs and making decisions according to what might be pleasing to imagine instead of by appealing to evidence or rationality ]. De la misma manera como la Literatura Colombiana es una comodidad para hacer estudios y disertaciones académicas. Lo que existe son las literaturas escritas en español, en sus diversas variantes y coloridos y momentos, pero si aceptásemos tal existencia terminaríamos hablando de la novela de Sonso y la lírica de Yotoco y la dramaturgia de Caloto y por supuesto de la Crítica Literaria del Barrio San Antonio, de donde debe ser el profesor Martínez.

Ahora, si aceptamos que la literatura vallecaucana no tiene existencia real sino en las mentes de quienes necesitan de su existencia, sea para publicar una nota en La Gaceta de El País o una enciclopedia o para justificar una horrenda colección de libros de “versos” que sacan a la luz cada mes en la Universidad del Valle y ya lleva a más de cien poetas “vallecaucanos” en letra de molde, o hacerse elegir Decano de las Letras Vallecaucanas, de la Salsa o Jefe del Departamento del Guaguancó y le publiquen a uno en Norma cualquier cosa por el mero hecho de vivir en el Reino de Pablo Catatumbo, habría que decir que en verdad son muy pocos, de esos 32 autores que mencionan los incumbentes, los que pasaran a la historia.

Y ahora meto yo mi cucharada.Nadie pondrá en duda que Jorge Isaacs y su novela María son inmortales. Nadie como él inventó en español los sentimientos de amor sensual, filial y paternalista del siglo XIX. Nadie como él ha descrito la naturaleza como el alma de los sentimientos de sus protagonistas y nos regaló para siempre a todos los que nacimos y nacerán en estas regiones del planeta esos recuerdos de los pueblos que cuelgan de azules montañas, o las planicies salpicadas de ceibas gigantescas, las soledades de la luna en las noches de la inmensa llanura que es nuestro Valle, las bandadas de loros y de garzas y la dolorosa y amorosa existencia de los negros en nuestras vidas, de esos negros que como en la novela y en la vida de muchos nosotros son la cultura misma. Isaacs es nuestro padre pero también lo ha sido de muchos otros en muchas otras partes y lugares del mundo.


Pero esta intervención mía no tendría mérito si no menciono y hago justicia a un contemporáneo, postergado y humillado, casi tanto como lo fuera Isaacs y que ahora quieren ignorar diciendo toda clase de tonterías sobre sus actuaciones y desconociendo su obra literaria y su importancia.

Porque Gustavo Álvarez Gardeazábal, más allá de su personalidad impertinente, como la mía propia, es uno de los grandes escritores de nuestra lengua e ignorar, al menos dos de sus obras, como contribución a la belleza de nuestra lengua y la comprensión de nuestra ánima es una muy grande injusticia.

Como se sabe Álvarez Gardeazábal escribió más de media docena de libros antes que aspirara a ser presidente de la república y le llevaran por ello a la cárcel de la manera más cruel e injusta en esta república de bandidos. Y aun cuando ahora digan que fue una película – que por cierto no le llega, sin ser mala, a los talones a sus libros — la que le dará la gloria, me permito disentir y decir que
Cóndores no se entierran todos los días, su novela sobre la violencia de los años cincuentas, es una de sus grandes invenciones. Escrita en Pasto en 1972, el tono con el cual nos va contando la historia de ese católico y asesino, que mediante un ascenso de vértigo controla la vida y bienes de sus vecinos, mientras siembra un terror latifundista en varias leguas a la redonda, surge precisamente de esa manera tan típicamente local del cotilleo vallecaucano, digno de Londoño y Martínez, del cual hizo Álvarez Gardeazábal una prosodia memorable. Porque es el chisme, con su sospechosa conjetura de que será posible identificar y saber la «verdadera historia» de unos hechos, lo que hace que esta novela pase a la historia y haga parte de nuestra alma.Y aquí me detengo, porque me extendería si hablase también de otra de sus obras maestras, El bazar de los idiotas, que tiene que ver precisamente con El Milagroso de mi pueblo, y que sin duda, como sucede con tantas cosas, espera aún su hora.

El Valle del Cauca es una de las regiones más bellas del planeta, y sus gentes han sido víctimas primero de los ricos latifundistas que retrató Isaacs y luego de los criminales que aparecen en Cóndores no entierran todos los días y sus descendientes los Rodríguez Orejuela y los Catatumbos de hoy. Pero que llevemos en nuestra alma esos recuerdos del paisaje y el dolor no nos autoriza ni justifica para ir por el mundo local diciendo que nuestras literaturas tienen departamentos, municipios y veredas, donde podemos reinar a nuestro amaño. La patria es la lengua y mi patria, mi Valle del Cauca, reside todavía en este soneto de Rogerio Tenorio que aprendí de niño y que me conmueve cada vez que pienso en el dolor de todos los que nacimos en un sitio de tanta belleza pero de tanta maldad.


Patria de mi canción

Patria de mi canción, corazón mío,
medidor de mi angustia y desconsuelo;
lámpara en la penumbra del desvelo,
principio y fin de todo desvarío.

Cauce sangriento que contiene un río
que ignora dónde va; ángel sin cielo,
ave sin árbol; corazón, tu anhelo,
es todo tu principio y tu desvío.

Timonel sin timón, mañana oscura,
caracol en el mar de la amargura,
estás cansado sin haber vivido.

¡Corazón! ¡Corazón! Ala sin ave,
te dormirás sin descifrar la clave
de la desigualdad de tu latido.

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Harold Alvarado Tenorio . Doctor en Filosofía y LetrasUniversidad Complutense de Madrid. Profesor TitularCátedra de Literaturas de América LatinaUniversidad Nacional de Colombia. Premio Arcipreste de Hita. Premio Simón Bolívar. Arquitrave, revista de poesía Director http://www.haroldalvaradotenorio.com/
h.alvarado@cable.net.co
http://www.arquitrave.com/Carrera 13 # 27-98 Torre B/1504 Edificio Bavaria Centro InternacionalTEL 313 8543102 y (0057)(1) 334 8830 Bogotá. D.C.
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3. Otros textos y comentarios:

*** de Ana Milena Puerta < anamilenapuerta@hotmail.com >
para ntcgra@gmail.com, h.alvarado@cable.net.co
fecha 11-ago-2007 6:05
asunto RE: Fwd: No existe la literatura vallecaucana
De acuerdo con el poeta Alvarado Tenorio. La patria es la lengua, como él mismo lo dice en un hermoso poema. La literatura no tiene geografías separatistas, la patria literaria no es un mapa dividido en territorios.
Las discusiones sobre la literatura regional no pueden ser meros desacuerdos entre quienes sí y quienes no, a discreción de los que opinan sobre el asunto. Dejad al tiempo hacer su tarea.
Ana Milena Puerta.

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*** De:
para ntcgra@gmail.com
Fecha: 11-ago-2007 7:12
asunto: LITERATURA EN EL VALLE. DEBATE
Señores NTC :
Es mejor no meterse en debates mal planteados, en los cuales lo que está en juego no es el pensamiento y la confrontación de unas ideas, sino la vanidad. Lamento que estemos ante un espectáculo de vanidad tan pobre, donde es más importante herir que aportar al tema.
El tema mismo se volvió un pretexto para que los pavos agiten sus colas.
Mucha esponja y poco seso.
Gracias por su reiterada invitación, pero me mantendré al margen. Atte.,